
Los juguetes de madera para niños viven su edad dorada. Durante más de medio siglo, la práctica totalidad de las marcas y fabricantes abandonaron el uso de este material, en favor del PVC, el polipropileno, el polietileno y otros materiales artificiales. Sin embargo, algo parece haber cambiado en el sector juguetero, donde la presencia de productos de haya, pino y otras maderas no deja de aumentar, a veces con reminiscencias vintage, como es el caso de los populares Candylabs. Pero ¿cuáles son las claves de este revival?, ¿estamos ante un mercado limitado?, ¿cuál será su impacto sobre el medio ambiente? A continuación, te invitamos a descubrir la respuesta a estas y otras cuestiones interesantes.
Los orígenes de los juguetes se remontan a la civilización mesopotámica, más de 5 milenios atrás. También egipcios, cartagineses, griegos y romanos entretenían a sus retoños con objetos elementales, con la doble función de divertir y enseñar. Esta finalidad también estuvo presente durante la Edad Media, y es precisamente de este periodo del que proceden los clásicos del sector juguetero: el caballito de madera, las muñecas, el sonajero y un larguísimo etcétera de artesanías, para las que no pasan los años.
Los últimos compases del siglo XX vaticinaban un auge de la tecnología y la electrónica en el sector juguetero, tal y como ha sucedido (realidad virtual, Pokémon Go, etc.). Pero no deja de sorprendernos cómo un porcentaje significativo de los consumidores ha decidido dar la espalda a la vanguardia y abrazar la tradición. El repunte en la venta de juguetes de madera para niños es una prueba evidente de ello. Los papás de hoy buscan abandonar el concepto ‘usar y tirar’ y sustituirlo por un consumo más responsable, seguro y duradero. Podría decirse que la adquisición de bienes ‘para toda la vida’ vuelve a estar en alza.
Juguetes de madera para niños, un mundo de posibilidades
¿Podemos hablar de un boom en los juguetes de madera para niños? A decir verdad, cada vez más papás dicen adiós al plástico en favor de materiales más naturales, sostenibles y seguros, como es el caso de la madera. Pero no debemos caer en el error de pensar que renunciar a la electricidad supondrá una disminución del nivel de diversión. Los yo-yos son anteriores al nacimiento de Cristo, y sin embargo siguen proporcionando horas y horas de entretenimiento, bajo el mismo concepto: una cuerda, un disco y el poder de la energía cinética. De ahí que la natural sencillez de los juguetes de madera para niños no tenga por qué limitar su jugabilidad.
Buenos ejemplos son los juguetes de arrastre, un producto camaleónico que puede adquirirse con forma de perro, elefante, león u otro animal, y que estimula a los ‘peques’ a pasear a su mascota por toda la casa. Qué decir de los bloques de construcción o los puzles, donde los más pequeños pueden dar rienda suelte a su imaginación y sorprender a los papás. ¿Por qué estos juguetes tan elementales pueden ser considerados mejor que una videoconsola? A diferencia de la Playstation o la Xbox, estos productos incentivan el desarrollo motriz, el trabajo en equipo y aportan un plus a las habilidades sociales del niño, predisponiéndole así a ser más activos, abiertos y participativos.
Pero no todos los juguetes infantiles de madera responden a productos tradicionales, pues en este sector también hay lugar para la innovación, no sin cierta nostalgia. Quizá el mejor ejemplo sean los coches Candylab, basados en la estética de los vehículos de 1950-60, cuando los Camaros, Mustangs y Plymouths eran el último grito. Diseñados a prueba de golpes con un minimalismo donde pueden apreciarse numerosos detalles artesanales, estos juguetes de 340 gramos han nacido para revolucionar el sector juguetero. Como no podía ser de otra manera, ¡a los niños les encanta!
Ecologismo frente a consumismo
¿Sabías que el número de plástico generado por el ser humano equivaldría a 25 mil veces el peso del Empire State Building, 822 mil el de la Torre Eiffel y 80 millones el de la ballena azul? No deja de sorprender la cantidad de plástico que hemos producido (y seguimos produciendo), sin prestar la menor atención al medio ambiente, gran damnificado de la contaminación procedente de residuos plásticos.
Estos datos pertenecen a un equipo de científicos e investigadores de las universidades de California, Santa Bárbara y Georgia. Tomando como punto de partida el año 1950, las toneladas de plástico generadas por el ser humano ascienden a 8.300 millones, una cifra asombrosa, que no deja de alarmar a las organizaciones ecologistas. Sin embargo, en el momento en que el uso de plásticos se encuentra más extendido y generalizado, surgen empresas jugueteras como Candylab, Veobio o EeBoo que apuestan por el uso del haya, el pino, el bambú, el cedro y otras maderas, 100% reciclables y respetuosas con el entorno, dado que su producción se origina en bosques eco-friendly.
Esta iniciativa no deja de sorprendernos, pues mientras las grandes multinacionales continúan inmersas en la ‘guerra’ de precios, enfocándose en manufacturar rápido y barato y desentenderse del impacto del consumismo desmedido, las nuevas marcas y fabricantes del siglo XXI están sabiendo desmarcarse del resto gracias a su compromiso no sólo con la calidad sino también con la sostenibilidad.
A diferencia de los productos elaborados con plástico, la madera es un material biodegradable, altamente reciclable y con unos niveles de contaminación nulos, especialmente si se somete a tratamientos profesionales. Como venimos avisando, la explotación forestal no debería ser un problema, siempre y cuando se utilicen plantaciones sostenibles.
Así las cosas, los juguetes de madera para niños han venido para quedarse. No estamos ante un simple revival, sino que son muchos los papás y pequeños consumidores que prefieren el tacto y el encanto del cedro, por ejemplo, frente al PVC. De manera que el plástico podría tener los días contados en este sector, pues la demanda es siempre la que determina la oferta existente.